Tener una buena salud incluye tener un descanso adecuado. El sueño es un pilar fundamental para el bienestar físico, mental y emocional.
Una buena calidad de sueño está relacionada con lo que se suele referir como un sueño saludable. Y eso es algo que va más allá de la falta de trastornos de sueño y del impacto negativo de dormir mal. Un sueño saludable es aquel que está adaptado a las necesidades de la persona, es satisfactorio, tiene una duración y un horario adecuado, es estable durante toda la noche, sin que se produzcan despertares y, en consecuencia, nos despertamos descansados y permanecemos despiertos y alertas durante el día.
Una escasa calidad del sueño comporta un descanso inadecuado que puede tener un impacto significativo en la salud cerebral, favoreciendo procesos neuroinflamatorios, la ateroesclerosis, una mayor producción de beta amiloide y una eliminación deficiente de la misma. Además , la privación de sueño activa el sistema nervioso simpático y altera el equilibrio neurohormonal. Como consecuencia se pueden desencadenar alteraciones cardiovasculares, una menor tolerancia a la glucosa y un aumento de los niveles de cortisol, lo que puede incrementar el riesgo de trastornos metabólicos y cardiosaludables.
Conocer y detectar señales de un posible trastorno del sueño
Estas son algunos signos o indicios que pueden sugerir un problema que esté disminuyendo la calidad del sueño:
- Ronquidos intensos: pausas de la respiración durante el sueño observadas por otra persona o despertares frecuentes, con o sin causa aparente.
- Sensación de sueño no reparador o somnolencia frecuente durante el día, a pesar de procurar dormir las horas recomendadas y mantener un horario adecuado
- Insomnio o dificultades persistentes para conciliar o mantener el sueño, lo que genera malestar durante la noche y problemas para llevar una vida normal durante el día.
- Molestias en las piernas que aparecen o se intensifican al atardecer o durante la noche y que mejoran con el movimiento y empeoran con el reposo
- Pesadillas o sueños vividos, especialmente a partir de los 50 años, que pueden ir acompañados de conductas atípicas o movimientos anormales durante el sueño, como dar patadas o realizar gestos como si se estuviera representando un sueño.
Solicitar valoración médica: ante cualquiera de los signos antes referidos que sugieren una disminución de la calidad del sueño es importante acudir a un médico especialista para obtener un diagnóstico preciso del trastorno. Y es importante el control de la apnea obstructiva del sueño, que requerirá un tratamiento dependiendo de la gravedad de la misma o de la presencia de otros problemas de salud.
Mejorar nuestros hábitos de vida:
- Un buen sueño empieza desde la mañana: levantarse cada día a la misma hora, exponerse a la luz solar y realizar actividad física por la mañana contribuye a una mejor sincronía de nuestros ritmos biológicos.
- En caso de hacer siesta, es mejor evitar que sean largas (no superiores a 20-30 minutos). Mantenerse ocupado durante la tarde y evitar el sedentarismo ayuda también al descanso nocturno.
- Al atardecer es recomendable reducir progresivamente el ritmo de actividad diaria, disminuyendo la intensidad de luces y realizando rutinas que resulten agradables. Procurar cenar temprano y optar por alimentos ligeros de fácil digestión hará que estemos más cómodos al ir a dormir
- El mejor momento para irse a la cama es cuando, por la noche, notamos signos de somnolencia.
- Conviene procurar las mejores condiciones ambientales posibles en cuanto a silencio, oscuridad y temperatura.