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Frío y artrosis

Con la llegada del invierno las personas mayores comienzan a preocuparse no sólo por las enfermedades respiratorias, sino también por las dolencias articulares que se agudizan por el frío. Hay una creencia popular sobre el frío como causante de enfermedades reumáticas y articulares, pero no es así, ya que la alteración está en el hueso y/o la articulación. La artrosis es una enfermedad reumática que lesiona el cartílago articular produciendo dolor, rigidez e incapacidad funcional. La patología artrósica puede afectar a una o varias articulaciones, siendo las más frecuentes la artrosis de manos, cadera, rodilla y columna. El aumento a la sensibilidad al dolor en respuesta a estímulos fríos (hiperalgesia al frío) es un factor que influye en los síntomas de la artrosis. El frío y la humedad hacen que los músculos estén más contraídos y entumecidos provocando dolor articular. El descenso de las temperaturas no genera ni agrava la artrosis, pero sí la hace más sintomática. La exposición al frío provoca una disminución del riego sanguíneo, sobre todo en las zonas más expuestas de nuestro organismo como las manos, rodillas y cuello, favoreciendo la rigidez articular y la contractura muscular, esto hace que las articulaciones afectadas se compriman más, aumentando la fricción de sus cartílagos desgastados, el dolor y la pérdida de movilidad.

¿Y qué podemos hacer para mitigar los síntomas y reducir el dolor articular durante el invierno? Aquí os dejamos algunos consejos:

  • Mantener las articulaciones activas, realizando actividad física de baja a moderada intensidad de forma frecuente (3 o 4 veces por semana). El ejercicio ayuda a frenar el deterioro de las articulaciones y puede reducir de forma importante

En resumen, el envejecimiento trae consigo cambios en las necesidades nutricionales que deben ser abordados con ajustes específicos en la dieta: mantener porciones adecuadas, priorizar las proteínas, aumentar la ingesta de fibra, reducir grasas y sal  y asegurar un buen aporte de calcio y vitamina D son claves para un envejecimiento saludable. Además es importante considerar las dificultades con la masticación y digestión, optando por alimentos suaves y fáciles de digerir.

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