Cada año de vida el cuerpo humano cambia, y estos cambios, con el paso del tiempo, se vuelven más notorios. La persona mayor sufre transformaciones fisiológicas, depresiones repentinas y crónicas, por lo cual es importante aislar estos sentimientos negativos, fortaleciendo los
aspectos positivos, a través de prácticas adecuadas de actividad física, prestando atención a la socialización y al empleo del tiempo libre de una manera positiva.
La estrecha relación entre la actividad física y la salud, hace pensar que la práctica de actividades sanas y lúdicas redunda en el bienestar percibido por el individuo y en el entorno que lo rodea.
La práctica de actividades en la naturaleza que no comporten un riesgo para nuestra salud como el senderismo, la caminata, los paseos botánicos,… aunque se hagan de manera esporádica comportan un beneficio para nuestra salud, como beneficios cardiovasculares y respiratorios, mejora del equilibrio, mejora en nuestras relaciones sociales, si se hace en grupos heterogéneos podemos ampliar nuestras relaciones sociales a otros grupos intergeneracionales, todo ello redunda en una mejor autoestima.
Son muchos los efectos benéficos del ejercicio físico en el adulto mayor; se considera que la actividad física y el ejercicio, producen beneficios incuestionables en la salud de estas personas. Además, existen beneficios en el nivel socio-afectivo, los cuales son generalmente
relacionados con el hecho de sentirse bien y disminuir lentamente el consumo o adicción a los medicamentos. También el adulto mayor que se ejercita con continuidad, favorece sus relaciones interpersonales, alcanzará una mejor conciliación del sueño y un aumento de seguridad ante caídas, reduciendo el riesgo de sufrirlas en un 50%.
De ahí que se pretende promover la práctica de la actividad física y la recreación, en un espacio diferente: el medio natural, escenario donde la naturaleza juega un papel ineludible en el adulto mayor. Cuerpo, mente y alma como un todo, reciben de un espacio como la naturaleza, todos los beneficios mencionados, no solo por ser una zona diferente, sino porque existe una suma de
experiencias, retos y alegrías que, en conjunto, estimulan positivamente a estas personas. Además de esto, las investigaciones demuestran que es favorable trabajar, tanto la capacidad aeróbica del adulto mayor, como su capacidad anaeróbica. Los
mismos son componentes fisiológicos que deben ser trabajados de la mano con los aspectos psicológicos que, en la persona mayor, son indispensables.